El gobierno de Milei, que impulsó la boleta única bajo el argumento de “ahorrar recursos” en plena crisis, ahora enfrenta la paradoja de tener que reimprimir 15 millones de boletas por las denuncias que salpican a José Luis Espert, el primer candidato de LLA en Buenos Aires.
El presidente Javier Milei había vendido la idea de la boleta única como la panacea contra el despilfarro: “ahorro de recursos”, “eficiencia”, “modernidad electoral”. Una bandera que pretendía mostrar austeridad en tiempos de inflación descontrolada, fuga de capitales y hambre en la mesa de millones. Pero la realidad, siempre más terca que la propaganda libertaria, acaba de darles una cachetada monumental: el primer candidato en la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, está salpicado por una denuncia gravísima que lo vincula con 200 mil dólares de un presunto narco.
¿El problema? Las boletas ya están impresas. Sí, esas mismas boletas que supuestamente iban a “ahorrar recursos” ahora podrían transformarse en toneladas de papel inútil, listas para el tacho. ¿Cuánto nos va a costar a los argentinos esta genialidad de planificación libertaria? La paradoja es tan obscena que da risa: la “boleta única” puede terminar en “boleta doble”.
Espert, de sheriff a acusado
El candidato que Milei eligió para encabezar la lista en el distrito más grande del país se jactaba de ser el “sheriff” del ajuste y el látigo de la casta. Hoy, ese sheriff aparece en los expedientes judiciales vinculado a un presunto aporte narco de 200 mil dólares. Un escándalo que no solo erosiona su candidatura, sino que deja al oficialismo expuesto a un papelón monumental.
¿De verdad Milei va a bancar a un candidato manchado por semejante acusación en medio de una crisis económica y política terminal? ¿O lo va a bajar, aunque eso implique admitir que la “boleta única” fue otro fracaso estrepitoso de su gobierno?
La paradoja libertaria
El gobierno libertario que se ufanaba de recortar hasta el último centavo en salud, educación y jubilaciones para “ahorrar recursos”, hoy enfrenta el costo de tener que reimprimir boletas electorales por su falta de filtro político. ¿El resultado? Lo que se supone iba a ser símbolo de eficiencia, termina en un festival de despilfarro digno de los manuales de la vieja política.
Es decir: mientras los jubilados no pueden comprar un kilo de carne, el gobierno podría gastar millones de pesos en rehacer boletas porque su candidato estrella está sospechado de financiamiento narco.
El timing no podría ser peor: con la economía tambaleando, el dólar por las nubes y la calle incendiada, Milei ahora debe responder a la pregunta más incómoda: ¿va a sostener a un candidato acusado de vínculos con el narcotráfico?
Lo que parecía una jugada estratégica para instalar a Espert en la provincia más importante del país terminó siendo un búmeran letal. El gobierno que decía haber llegado para “terminar con la casta” se encuentra, a menos de un año de gestión, con el narco en la boleta y la billetera vacía para disimularlo.
La boleta única libertaria, que supuestamente venía a “ahorrar”, puede terminar siendo el mayor gasto innecesario de esta elección. El sheriff Espert, que se mostraba como el paladín contra el desorden, podría ser bajado por sospechas gravísimas de financiamiento narco. Y Milei, que decía tener la política bajo control, ahora tiene que apagar un incendio que él mismo provocó.
El “gobierno de los genios” nos deja otra postal inolvidable: mientras ajustan a los laburantes, los jubilados y los estudiantes, se preparan para tirar millones de boletas a la basura. Todo por su candidato narco.
